jueves, 11 de agosto de 2011

EN EL SEX-SHOP

Habré pasado muchas veces por delante de ese sex-shop, pero la verdad, nunca me había llamado la atención. Una tarde, de vuelta de unas compras, según me iba acercando, vi que entraba en el sex-shop un madurete que me llamó la atención. Y la curiosidad, el morbo y la imaginación, hicieron que me empezara cierto ardor en la polla. Así que me decidí a entrar. El local era el típico sex- shop: estanterías con pelis, revistas, artículos, cabinas...Me dí una vuelta, pero ni rastro del maduro, así que decidí marcharme. Estaba ya casi por salir cuando entró otro tío, y en el mostrador pidió una entrada para la sala. ¿Sala? ¿Qué sala? Me hice el remolón y pude observar que el dependiente acompañaba al tío hasta una puerta al fondo, que ponía prohibido el paso. la abría con llave y dejaba paso al cliente.
La curiosidad mató al gato, dicen. Así que como gato que soy (madrileño), esperé a que volviera el dependiente y le pedí una entrada para la sala. Pagué mis 6 euros y allí que me fui.
La sala en cuestión era un gran salón, a oscuras, iluminado nada más que por la pantalla gigante donde se proyectaba una peli porno hetero, en esos momentos. Había sillas, algunas mamparas con huecos para mirar, algún recoveco. Tardé un poco a que mi vista se acostumbrara a aquella penumbra. Y cuando lo hizo, descubrí que había varios tíos por allí, unos pajeándose viendo la peli, otros tocándose, otros deambulando.
Yo, decidido a pasar un rato de morbo, me senté en una silla, mirando a la pantalla, pero muy pendiente de las idas y venidas. Empecé a sobarme el paquete, para llamar la atención. Al rato, se me puso justo al lado un tío, que no me gustó nada, con aspecto algo sucio. Así que dejé de tocarme y le miré con cierta agresividad, como queriendo decirle que se largara.. El tío se dio media vuelta y se marcho de la sala.
Yo seguí un rato, pero como nadie aparecía, decidí darme una vuelta para que me viera el personal y ver yo.
Pasé por delante de la pantalla, y vi a un tío, de unas 45 años, completamente desnudo, con su pecho velludo y una polla normal, pero muy morcillona ya. Su visión me dio mucho morbo y me puso a cien. Le seguí con la vista y vi que se metía detrás de una mampara. Decidí cambiar de sitio, y escogí una mampara que estaba cerca de la suya. Me desnudé entero, dejé la ropa encima de una silla y salí a dar otra vuelta por la sala, tocándome la polla. Iba con un ojo pendiente de mi ropa, no fuera que alguien me levantara la cartera, y de ver si veía al cuarentón velludo.
Me volví a mi sitio y no aparecía el tío. Desilusionado, comencé a pajearme para irme ya. Y en ese momento, me fijo que hay unos pantalones a mi lado. Me giro para ver mejor y mis ojos quedan a la altura de un hermoso paquete, enfundado en un traje azul marino. Un tío de unos 50 tacos está a mi lado, mirándome con deseo y lujuria. Así que pensé que esa era la ocasión, cazar a aquel paquete.
Comencé a sobarlo por encima del pantalón y su polla iba creciendo cada vez más. El tío comenzó a tocarme la nuca, a sobarme los pezones, y a mí eso me pierde. me tocan los pezones y me empalmo sin remedio.
Me levanté para acercarme a su cara, con precaución porque hay muchos tíos que no les va el morreo. pero a éste sí que le iba. Posé mis labios en los suyos e inmediatamente abrió su boca para que metiera en ella mi lengua. Comenzó a chuparla, a chupar mi saliba. Yo mientras, seguía sobándole el ya dilatado paquete, y él, con sus manos, pellizcándome suavemente mis pezones.
En un momento dado, separó su boca de la mía y me dijo en un susurro ronco de excitación:
-Hola tío, qué bien besas.
-Tú no te quedas corto-, le susurré al oído.
Sonrió y mirándome me dijo:
-Hace mucho calor aquí. Creo que me voy a quedar como estás tú, desnudo, en pelotas.
Joder, cómo me ponen esas situaciones, de estar despelotado en medio de un lugar donde más gente puede verme. Y a este tío le iba también ese rollo.
Se quietó toda la ropa, dejando al descubierto un pecho no muy velludo, pero con dos buenos pezones, y una polla tiesa, normalita pero descapullada, y unos huevos colgantes bien afeitados. Yo no sabía por dónde empezar.
-Por cierto, me llamo Jorge-. Su lengua acariciaba mi oreja mientras me decía esas palabras.
- Encantado Jorge. Yo soy Miguel (nombre que uso siempre en la ficción, que no es mi nombre real).
Sonreímos y volvimos a morrearnos durante un rato. Nuestras pollas duras nos rozaban los vientres a los dos, refregándonos sin parar. En un momento dado, Jorge me cogió de la mano y me sacó de la mampara. Quería que nos pusiéramos al lado de la pantalla gigante, para exhibirnos bien y que todos los tíos nos vieran. Compartíamos los dos ese morbo sin saberlo.
Allí nos pusimos, iluminados por la luz de la pantalla. Jorge me apoyó en la pared y comenzó a besarme en el cuello, suavemente, dulcemente, sensualmente. Pasaba una y otra vez su lengua por mi cuello, y me volvía loco. Fue bajando lentamente. Su lengua caliente se posó en mis pezones, primero uno y después el otro. Me mamaba, me succionaba como si quisiera sacarme leche de allí, Yo gemía ya sin ningún pudor, y observaba como dos tíos se estaban pajeando detrás de nosotros.
cojonuda, la hostia!
Mientras yo, le pellizcaba sus pezones, que a cada apreetón Jorge soltaba un gemido de placer y se retorcía de placer.
No dejaba de bajar. Hundió su nariz en mi pubis, oliéndolo. Siguió oliendo mis huevos, entre mis piernas. Levantó mi polla hacia arriba, para poder oler bien mis huevos, uffffff.
Yo, mientras, me abría más y más de piernas, cerraba mis ojos y me abandonaba al placer y a gemir. Me encanta gemir.
Y lentamente, mientras me miraba a los ojos y sonreía, se metió mi polla en su boca. Fue como meterla en una vasija con agua caliente, vaya placerrrrr!!!!!!!!!!
La visión era esta. Dos tíos desnudos, junto a la pantalla del vídeo, uno de rodillas chupando, el otro de pie, ojos cerrados, gimiendo y sobándose los pezones. Y detrás de nosotros tres tíos ya masturbándose.
Me hizo una mamada espectacular, la verdad. Pasaba de mi capullo a mis huevos, jugaba con la punta de su lengua en mi capullo, Cuando pasaba su lengua por mis huevos, los movía, sentía la punta sobre ellos, los besaba con sus labios carnosos. Pauta madre.
Al rato, se levantó, me dio la vuelta y pensé que querría follarme. pero no, lo que quería era comerme bien el culo. Se volvió a agachar y con maestría, separó mis nalgas, dejando mi agujero al descubierto.
-Qué buen culo tienes. Me lo voy a mamar entero-.
Y así lo hizo. Hundió su cara en él. Metía su lengua en mi esfínter, produciéndome espasmos de placer. Escupía dentro y luego pasaba su lengua, lamiendo. Y comenzó a follarme con los dedos. Sabía hacerlo bien: metía el dedo hasta casi tocar mi próstata, encontrando mi punto G. Encontrarlo y yo retorcerme de placer fue todo uno.
Mientras Jorge me trabajaba por detrás, yo me masturbaba a lo bestia, me gusta darme caña. Y la corrida se acercaba. Se lo dije, le dije que parara o me corría. Jorge no quería follarme con su polla (una pena), así que siguió follándome con los dedos y su lengua. No podía más y un espasmo de placer recorrió mi espalda hasta mis huevos, y mi leche comenzó a salir, resbalando por mi polla hasta el suelo de la sala.
Jorge se levanto, apoyó su polla dura contra mi culo (volví a pensar que esta vez sí quería metérmela), y comenzó a pajearse de forma bestial, parecía que se la iba a despellejar. Y dando un alarido, echó su lefada entre mis nalgas. Yo chorreba por delante y por detrás. cuando acabo de correrse (gemía que parecía que se moría), se agachó para limpiarme bien el culo. Y cuando acabó, nos dimos un buen morreo. Su boca sabía a su leche, un punto salada. Volvimos a cruzar la sala, para buscar papel, y nuestras pollas aun medio tiesas se reflejaron en la pantalla.
Mientras nos vestíamos, nos sonreímos varias veces, nos sobamos los pezones otra vez. Ya vestido, le perdí la pista en la penumbra. No abandonó la sala conmigo. No sé si se fue antes o se quedó más rato dentro. una pena haberle perdido. Me gustaba y me hubiera gustado probar su polla dentro de mi algún otro día.









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